En los grupos de terapia no es raro que haya personas con trastorno de la conducta alimentaria (TCA) o con trastorno dismórfico corporal (TDC).
Como no soy psicólogo, no voy a aventurarme a explicar por qué solemos tener ambas cosas (adicción y una de las de arriba), pero sí voy a decir que las liposucciones, los retoques con ácido hialurónico, las 300 horas en la cinta para correr y las dietas keto, paleo o el famoso ayuno, la mayoría de las veces no logran que nos sintamos mejor en nuestro cuerpo.
—Acepta tu cuerpo, Oihan —dice la terapia—. Abrázalo, es tu templo, tu cobijo.
Pues yo quiero un cobijo de metro 85.
¿Cómo se acepta el cuerpo?
Es como cuando te dicen que aceptes una ruptura o que aceptes un despido o que aceptes un suspenso.
No, es peor, porque todas esas cosas pasan pero tu cuerpo permanece.
¿Por qué algunas personas tenemos tanta dificultad para habitarnos?
Yo antes pensaba que en mi caso era obvio, pero al conocer a otras personas en mis circunstancias y ver que son capaces de vivir de maravilla en sus carnes, empecé a pensar que algo se me escapaba.
Hasta que me encontré con un libro que cambió completamente mi perspectiva (y que voy a venderte, por supuesto).
La enorme experiencia del doctor Constantian en cirugía estética combinada con su curiosidad intelectual, le permitió asociar el trauma infantil con la constante insatisfacción y malestar del paciente con respecto a su cuerpo. Este concepto es revolucionario y supone un antes y un después en la medicina. Analizar el trauma infantil debería ser parte rutinaria del historial de los pacientes.
Esto lo dice el prestigioso doctor Arin K. Greene.
El libro profundiza en las consecuencias del abandono y el abuso, incluidos no solo el trastorno dismórfico corporal, sino también la drogadicción, la adicción al sexo, los trastornos de la alimentación, la obesidad, la adicción a la cirugía plástica y la depresión.
Y esto lo dijo un tipo cualquiera que se pasó por Amazon.
Los cirujanos plásticos suelen vender promesas, es normal, viven de ello. Pero no hablan de que lo que necesitamos arreglar no está en la tripa o en el culo sino en la cabeza.
(Una pista sobre la tesis del autor: con la edad, los traumas infantiles se manifiestan en forma de vergüenza corporal).
Lo flipante es que este autor, el doctor Constantian, es un gran cirujano plástico que ha tenido la suficiente humildad para hacerse esta pregunta:
¿Por qué los pacientes siguen sintiéndose mal después de las cirugías?
Constantian observaba que sus intervenciones eran un éxito, los resultados eran los que se buscaban y sin embargo, el rechazo de sus pacientes hacia algunos rasgos de su cuerpo se mantenía o incluso aumentaba.
Investigó sin parar y recogió todas sus conclusiones en este libro: Abuso infantil, vergüenza corporal y adicción a la cirugía plástica.
Una de las cosas que más me gustó es que el libro está lleno de testimonios de personas corrientes como yo, sin trucos, sin marketing… La realidad tal cual es.
Aquí.
Si eres de los míos te va a ayudar a comprenderte.
Un abrazo,
Oihan
PD: Lo compras en las próximas 24 horas y va con audio de regalo. Lo grabo yo y cuento algunas cosas que no quiero contar aquí porque hay demasiada gente.
PD2: Comparte este email con ese amigo o amiga que tampoco logra ocupar su cuerpo con relajo.
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