La semana pasada 43 personas de esta lista me contaron las cosas que se dicen a sí mismas. Las cosas no, los insultos.
“Inútil”.
Este adjetivo fue el ganador. Y, la verdad, no me sorprende teniendo en cuenta la sociedad que hemos construido.
Me quedé pensando y tratando de recordar si alguna vez alguien me había llamado a mí inútil. Y sí, lo hicieron. De hecho, fue mi santa madre, la persona que más veces ha demostrado su admiración y respeto por mí.
Paradójico pero muy razonable. Ya verás.
Hace unos años, ingresaron a mi madre por un tema grave de corazón. Una de las intervenciones que le hicieron fue el famoso cateterismo desde la ingle. Yo en ese momento era su cuidador y la enfermera me especificó de forma muy insistente que no le moviera la pierna por nada del mundo.
—Está claro —le contesté—, no se preocupe.
Pasaron apenas 5 minutos y mi madre me pidió que le pusiera la cuña (yo la llamo bacinilla pero me parece más fino decir cuña). No soy muy hábil con el tema cuidados sanitarios es cierto —me pongo súper nervioso y me bloqueo con muy poco—, pero me concentré muchísimo. Fui al baño a por la cuña, me acerqué a mi madre, le quité la sábana, miré a ver cómo tenía que hacer eso, le cogí de la pierna que no debía tocar y la levanté con fuerza.
—¿¿¿Pero qué haces??? —gritó la enfermera que justo volvía en ese momento.
Me aparté rápido y atónito frente a mi propia negligencia.
—Es un inútil —dijo mi madre de forma brusca y dolorida.
Nos hemos reído muchas veces de ese episodio.
Pero más allá de la anécdota, es preocupante que tanta gente se llame a sí misma “¡Inútil!” ¿no te parece?
Creo que precisamente para evitarlo, para dejar de sentirnos inútiles, decidimos autoexplotarnos. Somos unos malditos esclavos de la necesidad de ser útiles, y eso termina por rompernos en pedazos.
Útiles para nuestro jefes, útiles para nuestros hijos, útiles para nuestros padres… Y si no podemos trabajar, rendir o cumplir las expectativas de los demás —por enfermedad, desempleo o simplemente por estar agotados— nos sentimos fracasados. La autoestima se hunde, aparece la ansiedad, la culpa y la depresión.
Y lo peor es que pensamos que el problema está en nosotros, cuando en realidad está en la lógica del sistema.
Bueno, pues que sepas que mi madre —que ha dedicado gran parte de su vida a trabajar y cuidar de los demás— lo ha vuelto a hacer.
Después del éxito que tuvo su primer librito Ayúda(te), acaba de publicar Víve(te). En esta ocasión, se trata de una libreta práctica con ejercicios de respiración, frases que te harán reflexionar y espacios incluso para pintar si te apetece. El objetivo es dejar de ser útil para simplemente ser. Sin objetivos, sin calendarios y sin ninguna prisa.
Sus textos, una vez más, están acompañados por las ilustraciones de Itziar Goñi (mi pareja). Este es el segundo libro de una serie y es el proyecto más personal de esta casa (por razones evidentes).
Un abrazo,
Oihan
PD1: Me encanta que me contestéis a estos emails, pero todavía me encantará más si dejáis vuestros comentarios en la web. Si has leído alguno de nuestros libros, deja una reseña.
PD2: La gente ya no se fía de los editores (¡por qué será!), pero sí se fía de tus críticas. Buena o mala, hazla (si es mala me joderá, pero aprenderé).
PD3: La libreta de mi madre se incorpora a la colección Vivir más (y mejor). Cualquier cosa con tal de no llamarla Autoayuda. Por cierto, si eres de los que fomenta su sensación de utilidad a través del trabajo, hazte con el libro Workaholic, te ayudará.
Siempre dices cosas muy lógicas, pero que hemos olvidado que son lógicas, conviene recordar lo evidente y colocar "las cosas "en el sitio adecuado para que nos den tranquilidad y vivir más conscientes
Yo ya me he hecho con el mío😍